EL CONTEXTO
DE LA RELIGIOSIDAD CONTEMPORANEA.
La caída del
muro de Berlín o el derrumbe de una época
Gina
Gogin Sias
Para Fernanda Arias-Gogin
Muchos
de los autores que hemos revisado, a propósito del tema de la Religiosidad
Contemporánea, coinciden en señalar que no es casual la aparición de una serie
de tendencias, corrientes, etc., que
desde un discurso absolutamente secular,
tienen como objetivo el estudio o el acercamiento a experiencias; ambos ámbitos
ligados a lo que se llama “lo espiritual”, “la ciencia”, “lo
mistérico”, etc. Tenemos por ejemplo, la experimentación con
psicotrópicos, rituales de corte oriental, ejercicios mentales de autocontrol,
las búsquedas de lo “genuino” en las selvas amazónicas o en la India y discursos religiosos de
grupos como Nueva Era, Los Moon,
etc.
Al
amparo de la pérdida de presencia pública de la Iglesia en tanto institución,
de esta “nueva onda” secular que
vivimos, el individuo está en lucha
constante por liberarse de antiguos valores, de prejuicios, mitos y costumbres.
Todo ello, va encaminado a posibilitar su auto-construcción, lo que constituye,
en cierto modo, el sentido que se le atribuye hoy en día, a la palabra
libertad. Sin embargo, esta aparente liberación de todo tipo de relato
colectivo, esta posibilidad de verse convertido en un selfmademan,
paralelamente coloca al individuo en una
situación de orfandad, de vacío, de ausencia de proyectos a largo plazo, que
den sentido claro a su existencia. La vorágine del día a día, el vértigo de la
ambición, la lucha acelerada por el auto-reconocimiento, solo permiten la construcción de
proyectos cortoplacistas. El resultado: el mudo desencanto, el desfondamiento
perfectamente escondido. Por último, “... el problema esencial que bajo otras figuras
recorre nuestro tiempo: la verdadera relación del hombre con el hombre. (...)
La sociedad repudia al individuo que no consiente en renegar de su
singularidad” [1][1]
En
relación con las características de esta transición epocal, quizás las más
notorias sean aquellas que se ubican en el terreno de los valores, las
aspiraciones; en general al mundo subjetivo del individuo, y a las nuevas sensibilidades que emergen como resultado de
este cambio cualitativo que se ha dado en lo que podríamos llamar
“ámbito cultural y espiritual”. Dicho de otro modo, en el terreno de las
mentalidades.
En una de las entrevistas que realizáramos
para esta investigación, abordamos el tema del interés por la ciencia, y
pedimos al informante que nos señalara su opinión en relación con las razones
del interés, de profesionales de las ciencias matemáticas como físicos,
químicos, ingenieros, entre otros, acerca del tema de la religión. Y por qué,
en esta “transición epocal”, el tema de la ciencia se ha puesto en agenda,
insertándose también en el discurso de algunos nuevos movimientos religiosos.
La conversación, sumamente interesante, tomó también otros rumbos. Le
preguntamos, si pensaba, que la caída del muro de Berlín, se ha constituido
como una fecha emblemática y simbólica, de los cambios que están viviendo las
sociedades occidentales, y las no tan occidentales como la nuestra. Su
respuesta no fue la que esperábamos; enorme fue mi sorpresa, al escuchar en
forma categórica, enfática y, algo airada, su respuesta. Después de escucharla,
entendimos el por qué su tono de voz amable y apacible, cambió radicalmente. A
continuación, transcribimos lo que obtuvimos por respuesta:
“El Muro de Berlín no se cayó. Fue derrumbado... destruido… con martillos,
combas, bulldozers, caterpillars y todo. ¿Cómo se iba a caer solo? No, no, no…
fue DESTRUIDO.” [2][2]
A
partir de este suceso, descubrimos que la “Caída del Muro de Berlín” se ha
convertido en una frase utilizada frecuentemente, y que mayormente no se tiene conciencia de
ello. Aunque los sentidos que se
le atribuyan suelen ser distintos, nosotros la usaremos a modo de categoría.
“La
caída del Muro de Berlín”, en tanto categoría, sirve para delimitar una
determinada coyuntura epocal en la historia de Occidente,
señalando los elementos que configuran la peculiaridad de sus características.
Para
Martín Hopenhaym la frase [La caída del Muro de Berlín[ trae una “oleada de cambios”, que esta frase
grafica. No
sólo caen las sociedades que construían
el socialismo, llamado “el socialismo realmente
existente”; también tiene lugar en aquel momento, la “Muerte de Dios”, que
anunciara Nietzsche. “El salto al vacío se produce ahora que los dioses de la
política y de la razón han revelado su vulnerabilidad. Con el muro de Berlín,
también caen los últimos muros que circundaban la polis, le daban su forma, su límite y su protección” [3][3]
En esa
línea también desaparecen los “meta-relatos”, las ideologías, el providencialismo, los redentorismos
históricos, las utopías globales, las epopeyas de masas, la objetividad
científica y el estado-nación. Los ideales colectivos, los valores morales y
los llamados “principios”, son reemplazados por nuevos valores, centrados en el
individuo únicamente. Los nuevos valores que vivimos estimulan los deseos
inmediatos, la pasión por el ego, el
bienestar y la dinámica de los derechos subjetivos “...hemos dejado de
reconocer la obligación de unirnos a algo que no seamos nosotros mismos”.[4][4]
Visitar una librería
especializada en los temas esotéricos permite entender rápidamente cuáles son
los campos diversos que se interpretan para constituir el universo espiritual
del medio cúltico: en los estantes se encuentran libros sobre vegetarianismo y
el yoga, los extraterrestres y la reencarnación, las místicas orientales y la
parasicología, las medicinas suaves y la astrología, todos en una convivialidad
armoniosa.
Está claro que los
que frecuentan tales librerías no se interesan quizás por todos estos temas a
la vez, pero se pueden familiarizar con ellos muy rápidamente: se trata de un
sector de hombres y mujeres constantemente en búsqueda” para quienes en la
mayoría de los casos la filiación a un grupo particular no les impedirá
persistir en su interés por otras vías y otros temas. Para esta subcultura, la
exploración se considera como un elemento normal de un proceso de crecimiento y
desarrollo interior, el paso de una vía a otra o la experimentación de varias.
Existen cruzamientos
entre el universo cúltico y campos cuya
dimensión espiritual no es evidente de manera inmediata: no solo las medicinas
suaves pero también el vegetarianismo...”
La mayoría de discursos que se han
elaborado sobre la espiritualidad, la sensibilidad o las aspiraciones del
hombre moderno, están formuladas, al parecer, desde la crítica, la nostalgia o
el recuerdo de “un pasado con valores, un pasado reciente en el que el
desfondamiento, el desencanto, no existía en los sujetos sociales”.