DÓNDE SE HACE LA COMUNICACIÓN PARA EL DESARROLLO? Por: Gina Gogin Junio 2010. “El proyecto GCP/RLA/114/ITA "Comunicación para el Desarrollo en América Latina", identificó tres grupos de acciones prioritarias para su quehacer en la implementación del proyecto: "necesidad de reforzar la disciplina de la comunicación para el desarrollo como instrumento al servicio del desarrollo rural en los países de la región, para lo cual se consideró indispensable sistematizar las experiencias válidas realizadas; redefinir el rol de la comunicación en el nuevo contexto de estrategias y políticas de desarrollo que están implementando la mayoría de los países de la región; y, avanzar en la formulación de contenidos curriculares y de una modalidad formal de estudio que permita la formación en comunicación a nivel de la enseñanza superior." Esta cita extraída de un texto producido por Lydda Gaviria Oficial de la FAO, nos muestra lo que se pensaba y actuaba en la FAO allá por los noventas en el ámbito de la Comunicación para el Desarrollo. Decimos esto pues al parecer lo que más se hace hoy, en nuestro país es aprender “la melodía pero no la letra”. La orientación en este ámbito sigue siendo la “proyectología” desde hace aproximadamente ocho ó diez años, y la “seminariología”; es decir el oficio de elaborar proyectos con la correspondiente tarea de la captación de fondos, y la organización de debates, talleres, campañas y seminarios. Por último, por qué no decirlo, también la publicación de éstos forma parte del quehacer del mundo de la comunicación para el desarrollo. Mientras tanto, el país sigue pidiendo a gritos comunicadores para el desarrollo capacitados en COMUNICAR y en facilitar la COMUNICACIÓN. Pero esa necesidad ya se volvió también una letanía más como muchas otras que nos pesan en las espaldas. “Hace falta la comunicación”, “El problema es no saber comunicarnos”, “No se supo comunicar adecuadamente”; son frases que se escuchan cuando se bloquea una carretera, se inicia una huelga, o se toma un asiento minero. Pero por lo general los comunicadores para el desarrollo, tampoco los sociales, no son los convocados. Hay que posicionar la especialidad dicen algunos, no se sabe qué es un comunicador para el desarrollo dicen otros; pero lo que realmente ocurre es que ni la orientación de la mayoría de proyectos que he podido revisar( y sus componentes comunicacionales), ni la de las especialidades, se han adecuado al país, no digo a Lima, y a las demandas nacionales. Por ejemplo, parecería inimaginable pensar en la necesidad de iniciar actividades para procesos de formación sistemática del profesional requerido y no existente en el mercado: el Comunicador para el Desarrollo rural; es decir para proyectos de tipo productivo y de orientación económica. No ha habido la sistematización necesaria de las experiencias de trabajo comunicacional en el país que puedan promover o fundamentar propuestas nuevas y realistas. Son las experiencias de los llamados proyectos “productivos”(desde el campo comunicacional) con campesinos, agricultores y profesionales de las ciencias vinculadas al desarrollo rural o medioambiental volcadas a procesos de capacitación (pedagogía masiva audiovisual, radial, cara-a-cara), de información y de comunicación para la organización participativa, las que a nuestro entender han permitiendo construir y diseñar, estrategias, sistemas e instrumentos que posibilitan aplicar ahora el paradigma de la comunicación para el desarrollo. Es el modelo Interlocutor- Interlocutor. Este modelo cuestiona la eficiencia pedagógica del modelo tradicional, que por vertical, impone códigos y contenidos; dicho de otro modo, el modelo de proyecto construido desde el gabinete, desde la oficina, que veladamente sigue utilizando el paradigma de Lazwell (E-M-R). La metodología que exige ese tipo de profesiones, es decir la participación y el trabajo en conjunto con los “beneficiarios” es la que nos ha posibilitado a los comunicadores aprender a dialogar con la comunidad y con la naturaleza. Este diálogo también permitió otro tipo de procesos. La construcción conjunta de mensajes como producto del diálogo entre interlocutores se aproxima al origen etimológico de la palabra comunicación ("comunis facere" = hacer juntos), permite consultar con el destinatario códigos icónicos y verbales, contenidos y nivel, y momento de recepción de los mensajes. Todo ello, carga pues de sentido al discurso de los protagonistas de los procesos comunicativos. Pero para ello, es necesario aquello que desde el escritorio se llama –trabajo de campo-, o simplemente –campo-. Labor para la que no estamos entrenados los comunicadores sociales y tampoco los comunicadores para el desarrollo. Pues no se trata de un trabajo de recolección de datos o información para una investigación, diagnóstico, etc., sino de un proceso de establecimiento de relaciones comunicativas que permitan la convivencia armoniosa que haga posible un desarrollo sustentable. El desarrollo tiene que ver, ante todo, con los seres humanos. No existe desarrollo solamente con el avance de la ciencia y de las tecnologías derivadas de dicho avance. Es más, se ha constatado reiteradas veces y, desafortunadamente, se sigue constatando, que si no se mejoran las condiciones de vida de grandes masas de la población, respetando al hacerlo las fuentes de energía disponibles y sin agredir a los ecosistemas, si no se incorpora dicha población a los sistemas de educación, salud, bienestar e, inclusive, al mercado, todo proceso denominado de desarrollo no será más que un crecimiento a corto plazo para segmentos muy reducidos de la sociedad cada vez más alejados de grupos crecientes que bordean, o se hunden, en la pobreza. Las Naciones Unidas realizaron una revisión de los indicadores del nivel de los países, pasando de los meramente economicistas a aquellos que toman en cuenta el real desarrollo. En los nuevos indicadores está, implícito, el concepto de sustentabilidad. Para que exista un real desarrollo los procesos de cambio deben ser sustentables en cuatro dominios: • Sustentabilidad económica, para asegurar los niveles de crecimiento necesarios y la inversión en la investigación permanente • Sustentabilidad ecológica, para asegurar el uso racional y perdurable de los recursos naturales, en particular el agua y los bosques, utilizando los réditos sin agotar, por explotación, el capital • Sustentabilidad energética, para no agotar los recursos energéticos no renovables antes de que la investigación científica nos asegure nuevas fuentes de energía limpia • Sustentabilidad social, para que el desarrollo alcance a todos y no solamente a un reducido núcleo privilegiado, y evitar conflictos sociales de magnitud inimaginable. Si el desarrollo tiene como sujetos a las personas, que deben ser sus gestores, protagonistas y usuarios, algunos elementos aparecen de inmediato en la construcción de los nuevos paradigmas. El primero de ellos se encuentra en la necesidad de incrementar, en calidad y cantidad, los niveles de educación, entendida como proceso tendiente a la conformación de ciudadanos conscientes y responsables de sus propias decisiones y de las de la sociedad en que se integran. El segundo está dado por los sistemas y procesos tendientes a conformar ciudadanos productivos con elevados niveles de eficiencia, procesos a los que podemos denominar de capacitación. El tercer elemento se encuentra en la necesidad de la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones que los afectan, para lo que es necesario incrementar y mejorar, mediante procesos de democratización, las organizaciones que los representan. Se trata de avanzar en la democracia participativa para atenuar algunas de las limitaciones de la democracia representativa. La especialidad de “Comunicación para el Desarrollo” pone el acento en formar recursos humanos con competencias definidas para desarrollar actividades de gestión, diseño, producción y evaluación de mensajes y sistemas de comunicación; pero no en procesos de comunicación. La comunicación interpersonal, ésa que implica la convivencia, el trabajo de campo, la facilitación de proyectos y propuestas está ausente en las propuestas curriculares que he podido revisar. Y si este componente comunicacional está es por razones teórico-académicas. A esto se suman los perfiles que las especialidades de “Comunicación para el Desarrollo” ofertan en los diversos medios utilizados. Lo que es complementado con los requisitos que se piden cuando se solicita o se oferta una vacante de comunicador para el desarrollo. Casi nunca el acento está puesto en lo que constituye el eje de la Comunicación para el Desarrollo ….”una forma particular de hacer comunicación. Esta particularidad se debe a que este tipo de comunicación busca, propicia, que los individuos y las comunidades se apropien tanto de los mensajes como de los medios (en términos de contenido y proceso). Por tanto, se trata de un proceso de comunicación que otorga poder (empodera) a la comunidad, que busca dar voz a los no escuchados, que es de “muchos a muchos”; y que pone el énfasis en contenidos y temáticas locales.” Para educar y capacitar se requieren sistemas, instrumentos, procesos y metodologías de comunicación pedagógica que tornen dichos procesos más eficientes y adecuados al usuario. Para la participación democrática se requieren sistemas, instrumentos, procesos y metodologías de información y comunicación; información para la toma de decisiones y comunicación para la organización de los grupos sociales. El diseño de dichos sistemas es significativamente diferente de los que hoy se denominan medios de comunicación masiva. Estos medios se limitan a difundir un segmento particular de la información conocido como noticia. La mayoría de los profesionales de los medios o bien son empíricos, o bien han sido formados en Facultades o Escuelas de Comunicación funcionales sólo para dichos medios Se forman profesionales de la auto expresión, para la producción de mensajes de carácter afectivo en algunos casos, y directamente manipulatorios en otros. Faltan los profesionales que produzcan mensajes de carácter cognitivo. A continuación citamos algunos ejemplos: En el ámbito rural, la toma de conciencia sobre el estado de envenenamiento del agua y el suelo, y los pronósticos sobre el agotamiento de las reservas de petróleo mundiales (los más optimistas sitúan este momento en el año 2050) plantean la rápida modificación de modelos productivos que son inviables a plazos cada vez más cercanos. La búsqueda de un balance energético positivo, una relación no agresiva con los recursos naturales, la eliminación de residuos tóxicos en los alimentos, entre otras, son algunas de las características exigidas a la producción. Las modificaciones de estas conductas requieren de procesos de comunicación para la capacitación, para los cuales los sistemas actuales de extensión agrícola (también en proceso de reducción) no reúnen las condiciones de personal ni equipamiento acordes a la magnitud de la demanda. El uso eficiente de sistemas de comunicación es indispensable para cualquier acción que se pretenda encarar en torno a estos problemas. Un indicador irrefutable de la necesidad de procesos de comunicación lo encontramos en el fracaso de incontables proyectos de desarrollo (rurales y urbanos, estatales y privados) por falta de participación de los beneficiarios. Por grande que sea la inversión o el aporte de tecnología, insumos o crédito, no mejorarán de forma duradera los niveles de vida de la población a menos que esta cambie sus actitudes o pautas de comportamiento. Son las personas las que efectúan el desarrollo, y no puede haber un cambio positivo sin su participación consciente (en términos reales y no retóricos), sin la movilización de sus capacidades y energías y sin aumentar sus conocimientos y destrezas. Por encima de todo proyecto, de todo trabajo en desarrollo, está la dimensión humana. No debemos olvidar nunca que estamos trabajando con personas humanas que lloran, ríen, comen, se enamoran, toman y bailan como nosotros, que solo las vemos a la hora del “trabajo de campo”. La comunicación es fundamental en el desarrollo porque se ocupa precisamente de estas dimensiones humanas. Es la persona humana la que hace la diferencia, lo leí en un documento del Congreso de Roma. MG. GINA GOGIN SIAS