RELACIONES COMUNITARIAS Y ELABORACIÓN DE PROYECTOS DE COMUNICACIÓN MG. GINA GOGIN SIAS Cualquier plan para un futuro cambio social debería reunir en una estrategia el objetivo del cambio social, el conocimiento de nuevas tecnologías, el proceso de comunicación y el llamado “capital humano”. Ninguno de ellos sólo puede lograrlo, y los tres juntos tampoco pueden si el factor humano no es una parte esencial de la reflexión: el comunicador para el desarrollo así como el relacionista comunitario deben ser los ejes centrales de las estrategias de comunicación tanto en instituciones como en empresas. Pues es éste el que va a posibilitar la participación de la comunidad en los proyectos de desarrollo, pues si no hay participación, no hay proyecto en el largo plazo. Por ello, este profesional debe estar “equipado” con una “caja de herramientas comunicativas” que le permitan el acercamiento y participación a las comunidades y su inserción y aceptación en éstas. Cualquier publicación de las agencias de la Naciones Unidas o de las agencias bilaterales de desarrollo resalta la importancia de la participación comunitaria y de que la comunidad sea la dueña del proyecto. Pero quién le enseña al relacionista comunitario cómo hacerlo, donde se brinda ese tipo de información? Por esta razón, muchas de estas agencias no ponen en práctica en los procesos reales a nivel de la comunidad, lo que está en el proyecto. La mayoría simplemente no sabe cómo hacerlo. La participación de la comunidad podrá ser la más nueva tendencia en el desarrollo pero en gran parte, hasta ahora sólo se trata de palabras, no de hechos. Podrá ser parte de las políticas del Banco Mundial o del UNDP en los países en desarrollo, pero no existen mecanismos que garanticen que se lleve a cabo. Por ello en este curso, queremos brindar algunas herramientas comunicativas para que el trabajador de campo las pueda utilizar, pues en el campo haya más personas que tengan conocimientos y experiencia en participación comunitaria. La mayoría de ellos simplemente improvisan, añadiendo simplemente las tareas de comunicación y participación a la descripción del trabajo de todo profesional, sin tener en cuenta su preparación académica o su experiencia. A menudo, la responsabilidad se le entrega a expertos que pasan la mayoría del tiempo volando de un continente a otro, asistiendo a importantes reuniones de programas, leyendo y redactando agudos documentos llenos de recomendaciones, pero quienes son personas con poca o ninguna experiencia de trabajo a nivel de la comunidad. A ellos se les escapa totalmente la dimensión cultural del desarrollo.